La demencia (Alzheimer, E. Parkinson, etc.) es un proceso
orgánico cerebral que cursa con daño crónico de la función cognitiva y
obstaculiza el desarrollo de las actividades básicas de la vida diaria.
El sistema nervioso central esta directamente relacionado
con el procedimiento de la nutrición y en esta situación de demencia, dicho
proceso puede verse seriamente alterado. Es de vital importancia adaptar la
alimentación a las necesidades del anciano enfermo para evitar así una
malnutrición.
Pueden verse reflejadas las dificultades desde el estadío
inicial, pero es en el estadío grave donde mayor riesgo existe de malnutrición
y de úlceras por presión, además de sufrir disfagia y posibles neumonías por
aspiración.
El personal enfermero debe prevenir la disfagia situando al paciente
sentado o semi-sentado, espesando los líquidos con ayuda de espesantes y
manteniéndose a su lado para ayudarle a ingerir, poco a poco, pequeñas raciones
de alimento, intentando que respire adecuadamente entre las pausas.
Es importante que tanto el enfermero a cargo del paciente
como el cuidador en el domicilio conozcan la maniobra de Heimlich, por si
pudiese producirse un atragantamiento.
En muchos de éstos pacientes con demencia se acaba produciendo
una disminución en la ingesta de alimentos, por aversión a la comida u olvido,
lo que consecuencia una pérdida de peso relevante. Este dato hace considerar
una dieta propia con unas características acordes a la situación.
En cambio, cuando el paciente demenciado se encuentra en un
estadío grave, la dificultad de deglución y coordinación en la musculatura
bulbar y la sialorrea pueden ocasionar atragantamiento, por lo que se aconseja
la nutrición enteral mediante gastrostomia endoscópica percutánea.
BIBLIOGRAFÍA
1. Astudillo W, Orbegozo A, et al. Cuidados
Paliativos en Enfermería. Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos. 1ª Edición, San Sebastián -
España, 2003. Disponible en: http://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0211139X09002182?via=sd
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